Martes Santo, durante el ocaso de la tarde, en claroscuro, queda iluminada la fachada de la Colegiata. La Plaza Mayor ya huele a incienso y, en breves momentos, la sombra de una gran Cruz se proyecta sobre el suelo de una plaza abarrotada de gente esperando a que las puertas del templo se abran.
Se me antoja, que en la tarde-noche de Martes Santo, un precioso manto de estrellas no sólo arropa a María Santísima al pie de la Cruz, sino que este manto, tan bellamente bordado por Mari Carmen arropa a toda Baza desde el paso y el cielo.
Una hermandad muy querida por mí, puesto que han sido muchos años los que un nutrido grupo de horquilleros de mi cofradía hacía un relevo al inicio de la calle de las Monjas, una vez hecha la variación y realizada la ‘revirá’ al término de la calle ancha. Gracias a Dios, ya hace años que estos trámites cofrades no son necesarios, pero, gracias a ellos, las dos hermandades que comparten domicilio en la Iglesia Mayor, han forjado un vínculo muy especial, un lazo estrecho, que se abraza en nuestro pecho, porque es entre María y Dios.
Como va siendo ya una tónica dominante en la Semana Santa de Baza, hace cuatro años, un grupo de jóvenes cofrades, encabezados por mi buen amigo Vicente Muñoz –compañero de aula y pupitre en el Instituto “José de Mora” de la ciudad− tomaran las riendas de la hermandad y pasaran a conformar su Junta de Gobierno. Este año, a finales del mes de enero, habéis renovado vuestros cargos y compromiso. Desde aquí, os deseo, de todo corazón, lo mejor.
Y ya, el reloj de la Colegiata
ha dado las nuevas campanadas.
La banda sinfónica
en la puerta de Emilio Castellano
está preparada.
¡Las puertas se abren!
Un río de capas celestes y túnicas blancas
va naciendo por el atrio de la Colegiata
para acabar discurriendo por las orillas de Baza.
Sale el cuerpo de camareras vestidas de mantilla,
de negro duelo, y su belleza que es una maravilla.
Por las calles de Baza
y el itinerario que describe la tradición,
va procesionando María al pie de la Cruz
y los faroles de sus nazarenos son luciérnagas
que desparraman una eterna luz.
Van alumbrando la senda
que discurre por la noche bastetana
mientras que el pueblo en oración reza y clama
por las obras que una Cruz Roja sana.
¡Sálvanos María!
por la Santa Cruz
que tu Hijo padeció,
para que podamos alcanzar
las promesas de la vida eterna,
ilumínanos con tu luz
mientras que en la Tierra eres reina
María, Madre de Jesús.
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Ole
Ole