Madre dolida… Madre, que en tu pecho caen los siete peores dolores que a una madre le pueden caer. Madre mía haz que mi llanto se convierta en un silencio, haz que mi alma se calle, haz que mi corazón se tranquilice. Madre haz que vaya a tu lado, hazme sentir ese silencio que llevas tan adentro, que yo llevé sobre mi costal, más bello no puedo ser…
Déjame que te lo consuele, déjame que cure el corazón más dolido de Baza, deja que sane las siete heridas que ha atravesado la espada de la injusticia. Tuya es la última palabra. Sales a las calles en pleno y riguroso silencio, un pueblo te acompaña, te da luz, te da calor. Vistes las calles con el bello aroma de tus flores, le das luz a esta bendita Tierra y a su vez dejas la intriga, el vacío de una madre que perdió a su hijo. Amarillo y negro vistes desconsolada, en un camarín habitas en el cual la primera vez que entré, algo se quedó a tu lado, algo de mí se quedó ese día junto a ti. Porque eres esencial, especial, no existen adjetivos algunos para poder describir algo tan bello como es una madre.
Madrugada del viernes, Baza no será la misma. Será el dolor, el llanto de una madre, no hay consuelo alguno a tanta pena vista en un rostro tan bello. Porque la luna no es dueña de la noche, porque por cada lágrima de ese rostro el universo se rompe en mil pedazos, al igual que mi alma al sentirte, mi madre de los Dolores.
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