Quedó una cruz solitaria. Dos sudarios son las banderas que indican que todo acabó, pero en ella queda una madre. María dime qué ha pasado, qué te han hecho. Por qué ese dolor, por qué esas lágrimas por tu preciosa mejilla, por qué madre, tu hijo nos dejó.
Pero madre no temas, en tu casa están tus hijos, que rezan por ti, piden que les ayudes.
Porque no hay poder más grande que el de una madre. Arrópanos con el azul de tu manto, danos las salvación que pedimos. Ante ti he visto, llorar, reír, rezar, e incluso ir a verte por las noches. Baza no sería lo mismo sin nuestra madre al pie de la cruz. Portada por unos costaleros que te dan elegancia y te llenan de pura fantasía en esa calle que te acoge en sus entrañas y hace que nuestros corazones se comuniquen contigo en forma de llanto.
Esa eres tu madre, la dulzura, reina de martes santo, reina de nuestras vidas y madre del que fue nuestro salvador.
Porque no hay poder más grande que el de una madre. Arrópanos con el azul de tu manto, danos las salvación que pedimos. Ante ti he visto, llorar, reír, rezar, e incluso ir a verte por las noches. Baza no sería lo mismo sin nuestra madre al pie de la cruz. Portada por unos costaleros que te dan elegancia y te llenan de pura fantasía en esa calle que te acoge en sus entrañas y hace que nuestros corazones se comuniquen contigo en forma de llanto.
Esa eres tu madre, la dulzura, reina de martes santo, reina de nuestras vidas y madre del que fue nuestro salvador.
Hoy este joven quiere que mis palabras te lleguen y las guardes en tu gran corazón. Quiero hacerme por unos minutos uno más de los tuyos, quiero subir al pie de esa cruz y secar los cuatro ríos que bajan por tu hermoso rostro. Quiero cuidarte, darte mi amor, quiero regalarte mi vida, besar la mano de mi salvación. Quiero regalarte mi fe, quiero que hoy te sientas orgullo de mis palabras mi querida María. Pero sobre todo quiero que cada martes santo el universo te envidie cada vez que la reina al pie de la cruz salga a nuestra querida Baza.
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