martes, 7 de agosto de 2018

La parroquia de Siles cuenta con un óleo del Beato Francisco Martínez, párroco de Huéscar asesinado en la Guerra Civil



La parroquia de Siles, en Jaén, venera una pintura del Beato Francisco Martínez Garrido, sacerdote que "entregó su vida por amor a Cristo" siendo martirizado en Vélez Rubio mientras ostentaba el cargo de párroco de Santa María de Huéscar. 



Biografía:

Nació en Siles, provincia y diócesis de Jaén el 28 de noviembre de 1876. Fue ordenado sacerdote en 1892. Fue asesinado 14 de enero de 1938 en la cárcel de Vélez Rubio, provincia de Almería.

La Sierra de Segura (Jaén) limita con el Arciprestazgo de Cazorla que hasta 1954, fecha en que pasa a la Diócesis de Jaén, perteneció al Arzobispado de Toledo. Quizá por ese motivo de cercanía entre Siles y Cazorla el Siervo de Dios hizo sus estudios en el seminario de Toledo.

Nació y fue bautizado el Siervo de Dios en Siles (día 28 y 30 de noviembre de 1876, respectivamente). Estaba en aquella fecha recentísima aún la incorporación de la Sierra de Segura a la Diócesis de Jaén por lo que, como se ha dicho, el Siervo de Dios no vino al Seminario de Jaén, ciudad que en aquella fecha quedaba todavía muy incomunicada para aquellas sierras. Su padre era el sacristán de la parroquia".

En 1893 es destinado a Ciruelos (provincia civil de Guadalajara); vuelve de allí otra vez a Toledo como superior del seminario y en 1902 marcha como párroco a Puebla de Alcocer (provincia de Badajoz). Desde 1907 es nombrado párroco de Huéscar (provincia de Granada) y al mismo tiempo arcipreste; en este cargo permanece hasta su muerte.

De su vida sacerdotal ya en Huéscar se recogen algunos datos en autos. Los aporta el canónigo de Guadix que le conoció en Huéscar cuando el testigo era seminarista.

"Era un gran sacerdote, muy respetado en el pueblo".

"Era sacerdote fervoroso y fiel cumplidor de su deber, de carácter enérgico, íntegro y formal, dotes que le granjearon gran prestigio a lo largo de sus prolongados años en su parroquia".

Este mismo testigo cuenta que, con motivo de la visita a Huéscar del político parlamentario socialista, Indalecio Prieto, en un acto de este parlamentario en el Ayuntamiento de Huéscar, tuvo una intervención ante este destacado político español algún político local haciendo alusiones ofensivas a la Iglesia. El Siervo de Dios no se contuvo y allí mismo, en público, recriminó enérgicamente al que intervino de ese modo. El Sr. Indalecio Prieto tuvo que intervenir dando la razón al Siervo de Dios y, dice el testigo, que de aquel incidente surgió no sólo una comprensión sino también amistad entre el Siervo de Dios y el Sr. Indalecio Prieto.

"El pueblo alabó el comportamiento del párroco, aumentando su prestigio".

Prisión, martirio y fama de martirio

El Siervo de Dios es apresado junto con su coadjutor, el también Siervo de Dios Aquilino Rivera Tamargo. Juntos recorrieron diversas prisiones hasta que ambos llegan presos a Almería donde los separan.

El pueblo de Huéscar hizo frente a las tropas de la República durante varios días.y ante la superioridad de éstas y tras ser bombardeado, tuvo que rendirse el 4 de agosto de 1936. Ese mismo día los invasores le exigieron al párroco las llaves de la iglesia, quedando ya detenido en unión de su coadjutor D. Aquilino Rivera Tamargo.

Del 4 al 8 de agosto estuvieron tanto el Siervo de Dios como su coadjutor en la cárcel de Huéscar.

Del 8 al 20 del mismo mes pasaron a la cárcel de Baza.

El 20 de agosto fueron trasladados a la cárcel de Guadix, que estaba en el edificio del seminario. A D. Aquilino lo colocaron entre los que iban a asesinar aquella noche y con gran entereza sacerdotal los alentó y los confesó.

El día 24 de este mismo mes volvieron a trasladarlos, en esta ocasión a Almería, ingresando en el Cuartel de las Milicias, donde padecen todos los malos tratos que el jefe de la prisión, Luis Fernández Espinar, acostumbraba a dar a sus presos.

De Almería pasó nuevamente D. Francisco Martínez a la prisión de Baza, quedándose D. Aquilino en el Cuartel de las Milicias de Almería.

El 25 de diciembre de 1937 es trasladado otra vez el Siervo de Dios a la ciudad de Vélez-Rubio, en la provincia de Almería. Allí recibió toda clase de vejaciones, malos tratos, privaciones, insultos y golpes.

A consecuencia de los malos tratos recibidos en dicha prisión, el día 14 de enero de 1938 fallece el Siervo de Dios".

Es interesante revisar en la partida de defunción el dato de la fecha de inscripción y de causa de la muerte. La inscripción se realiza el 15 de enero de 1938, al día siguiente de su fallecimiento que fue, según dice la partida, a causa de asistolia cardiaca; dice también que era sacerdote, que falleció en la prisión y que será enterrado en el cementerio de esta villa de Vélez-Rubio; sin embargo no dice la ubicación de su sepultura y no fue posible identificar el lugar una vez que concluyó la guerra.

Los testigos hablan de la fórmula usada para inscribir la causa de su muerte como un modo de encubrir los malos tratos, vejaciones y torturas agotadoras "que sufrió en el cautiverio "50. Así lo dice también J. FranciscoRivera, canónigo de Toledo, en su libro La persecución religiosa en la Diócesis de Toledo: "Su fallecimiento fue a consecuencia de los sufrimientos y privaciones".

Tras el largo recorrido del Siervo de Dios por unas y otras cárceles como se ha dicho, al fin llega a la de Vélez Rubio (Almería) el 25 de diciembre de 1937. El 14 de enero siguiente fallecía en la misma cárcel. Viene al recuerdo la lección que la liturgia cada año nos trae a la memoria: tras conmemorar el nacimiento de Cristo para la tierra al día siguiente la Iglesia celebra la muerte de Esteban, su dies natalis para el cielo. Bellamente explica esto el oficio de lecturas del día 26 de diciembre: "Ayer nuestro Rey, revestido con el manto de nuestra carne y saliendo del recinto del seno virginal, se dignó visitar el mundo; hoy el soldado, saliendo del tabernáculo de su cuerpo, triunfador, ha emigrado al cielo".

La Iglesia colocando la fiesta del protomártir Esteban al día siguiente del día de la Natividad del Señor está enseñando el valor de la vida de todo cristiano que es fuerte ante el martirio o incluso del cristiano que hace del día a día de su quehacer un "martirio" vivo, un testimonio claro del Evangelio.

Francisco Martínez llega a su última cárcel en día tan significado como es el día del Nacimiento del Señor. No pasaría desapercibida esa fecha y esa solemnidad para él. "Per haec sacrosancta comercia, in illius inveniamur forma". Desde el misterio de la Encarnación se ilumina el misterio del hombre y de su destino según los planes de Dios: "Eius divinitatis esse consortes, qui humanitatis nostrae fieri dignatus est particeps ". Desde ese precioso día de Navidad, Francisco Martínez comenzó su última etapa para llegar en pocos días a la meta del triunfo definitivo por su martirio: el 14 de enero de 1938.



1 Comentarios:

Anónimo dijo...

No estaría mal que en Huescar también hubiera un cuadro donde poder venerar al párroco y al coadjutor beatos


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