Hace justo una semana que se hizo público el premio de la Concordia Princesa de Asturias de 2017 que en esta ocasión ha recaído a la Unión Europea. Entre los candidatos, se encontraba Patricio Larrosa, misionero de la Diócesis de Guadix, junto a otros candidatos como el mismísimo exsecretario general de la ONU, Ban Ki-moon.
No pudo ser, pero lo cierto es que estar ahí, entre los finalistas, ya es un gran reconocimiento a la labor que este misionero está realizando en Honduras, y en concreto en Tegucigalpa donde miles de niños y niñas –con sus respectivas familias- que se ven beneficiados de la labor emprendida por Patricio.
Patricio Larrosa salió un día para Honduras como misionero de la diócesis de Guadix, hace ya 25 años. Iba para unos pocos años, pero quedó atrapado por aquella gente a la que les ha dedicado la mitad de su vida. Quizá iba para 4 ó 5 años, que se han convertido en 25 y solo Dios sabe cuántos más serán. Su labor allí es importante, ofreciendo escuelas, comida, sanidad y posibilidades de futuro a muchas familias, con sus niños y sus jóvenes. Casi 10.000 niños asisten a diario a los colegios que ha creado Patricio en las afueras de Tegucigalpa, en un barrio dejado por muchos, pero en el que Patricio ha encontrado una gran familia. También hay comedores, templos, consultorios médicos,...
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