Mi pena, mi dolor, mi padre cargando con ese madero, coronado por espinas, siendo flagelado todo el camino por un romano que no le va a dar descanso alguno, un cireneo te ayuda padre en tu agonía. Nazareno te llaman, pero yo prefiero llamarte rey.
En tu hombro llevas todos nuestros pecados, amor, nuestras peticiones, deseos, promesas… quiero decirte que siempre me he sentido uno de los tuyos, un nazareno más.
A las siete de la tarde sale a esta tierra lo más bello, elegancia pura, tus costaleros no pueden llevarte mejor, para que no se clave ni una espina más sobre tu bello rostro. La dulzura de tu pelo te cura los golpes de tu mejilla.
Una hermandad te cuida, llena el suelo que te mata con el mejor aroma que un bastetano puede oler.
Una saeta al viento que indica que nuestro Padre va cargando camino hacia la agonía, pero Baza tiene una espina clavada en el corazón por dejar a lo más bello de esta Tierra con una pena y un dolor tan fuerte que cada vez que te veo mi corazón se ralentiza, mi alma se puede coger en un suspiro. En ti se ve reflejado a tu hijo cada vez que te miro, San Juan te aguarda, te cuida, estás dentro de sus entrañas y en el momento que te suelte Baza no será la misma. Saldrá a las calles esa perla que tanto lleva guardando, llenarás Baza con tu pena y dolor. Tú eres mi madre, la que amo, a la que no puedo alzarle la mirada, porque eres la Victoria de mi vida, y tu hijo el nazareno de mi alma.
A las siete de la tarde sale a esta tierra lo más bello, elegancia pura, tus costaleros no pueden llevarte mejor, para que no se clave ni una espina más sobre tu bello rostro. La dulzura de tu pelo te cura los golpes de tu mejilla.
Una hermandad te cuida, llena el suelo que te mata con el mejor aroma que un bastetano puede oler.
Una saeta al viento que indica que nuestro Padre va cargando camino hacia la agonía, pero Baza tiene una espina clavada en el corazón por dejar a lo más bello de esta Tierra con una pena y un dolor tan fuerte que cada vez que te veo mi corazón se ralentiza, mi alma se puede coger en un suspiro. En ti se ve reflejado a tu hijo cada vez que te miro, San Juan te aguarda, te cuida, estás dentro de sus entrañas y en el momento que te suelte Baza no será la misma. Saldrá a las calles esa perla que tanto lleva guardando, llenarás Baza con tu pena y dolor. Tú eres mi madre, la que amo, a la que no puedo alzarle la mirada, porque eres la Victoria de mi vida, y tu hijo el nazareno de mi alma.
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