Llevamos ya unos 32 años de tradición en la Iglesia española, dónde celebramos la Pascua del enfermo en la fecha señalada para ello, que es el VI domingo de Pascua. La Pascua del Enfermo nos invita a acoger la presencia sanadora de Cristo en su Iglesia para que llegue a todos y, en especial, a los más pobres y necesitados.
El lema de este año es “Pastoral de la salud y ecología integral”; si bien recordamos, el pasado 11 de febrero, festividad de la Virgen de Lourdes y día especial de los Enfermos, nos centrábamos en este mismo lema, para hacer hincapié en la Prevención de la enfermedad, a raíz de la llamada que el Papa Francisco nos hacía en la Encíclica Laudato Si, donde se nos alertaban de los riesgos que el deterioro del medio ambiente y la contaminación tiene para nuestra salud; así como los beneficios sanitarios que nos produce con un cuidado del mismo.
Tenemos que concienciarnos cada vez más, que cuidar del ambiente en que vivimos produce salud; por el contrario, vivir en un medioambiente degradado y contaminado es origen de muchas enfermedades.
Por eso, en la Campaña de este año, se quiere tomar conciencia de esto; en la Iglesia estamos llamados a sensibilizar y alertar de los riesgos, a denunciar aquellas situaciones medioambientales perjudiciales, así como a cuidar y curar a quienes se han visto afectados por enfermedades relacionadas con la degradación medioambiental.
El dolor y la enfermedad, forman siempre parte del misterio del ser humano en la tierra; son propios de nuestra condición humana, finita y limitada. Estamos llamados a luchar contra las enfermedades, porque la salud es un don de Dios y también estamos obligados a trabajar contra la degradación medioambiental provocada por el descontrol del ser humano, que por este motivo también es causa de muchas enfermedades.
Nosotros como cristianos, nos dirigimos a Dios en la enfermedad para pedirle la salud del cuerpo y del espíritu. Hoy más que nunca, debemos de mostrar a los que sufren la enfermedad, (desde nuestra misión de capellanes de hospitales, visitadores de enfermos o acompañantes), una esperanza de Vida Eterna. Debemos de ayudar a los enfermos a saber esperar en la Vida inmortal y gloriosa, cuyo camino ha abierto Jesús, con su muerte y resurrección, y que ha prometido a los que creen y confían en Él.
La clave de todo esto está sobre todo en la cruz y la resurrección del Señor. Jesús, el Hijo de Dios, acogió nuestra limitación, nuestra finitud y sobre todo nuestra debilidad humana, asumiéndolas sobre si en el misterio de la cruz y haciendo de ellas camino de la Salvación que es la Resurrección. Desde entonces, el sufrimiento tiene una posibilidad de sentido.
La Iglesia tiene muchos retos hoy en día, pero sobre todo creo que el reto más importante es la dar ESPERANZA a los enfermos, ya que si seguimos las directrices de Jesús, los enfermos eran los “predilectos” del Señor. Por tanto, necesitamos hoy más que nunca la Fuerza del Espíritu Santo para llevar a cabo esta Misión Universal.
Cercanos ya a la fiesta de la Ascensión del Señor, la alegría del Resucitado sigue dando Vida. Es por ello que en nuestra misión eclesial con los enfermos no podemos quedarnos en la tristeza del sufrimiento, sino llevarles a todos la Buena Noticia y el testimonio alegre del Resucitado, “aun cuando hay que sembrar entre lágrimas” (EG.10).
También el Papa nos invita en Laudato Si a ser ‘defensores de los pobres y frágiles’, pues generalmente son los que más sufren las consecuencias de la degradación medioambiental (LS.48,79,91).
Por último, en este mes de mayo, mes de María, nos encomendamos a su protección, especialmente a todos aquellos enfermos que se encuentran en este Hospital Comarcal de Baza. Durante este mes de las flores, nunca le faltan a ella, oraciones ni flores que los mismos enfermos o sus familiares llevan a Ella en su Capilla. Bajo su protección ponemos también en este día todos los enfermos, a sus familias y a sus cuidadores.
1 Comentarios:
Los trabajadores de este hospital damos gracias a Dios por tener a d. Rafael d capellán.