Cada vez que tengo la suerte de mirarlo, de contemplarlo, de rezarle…, me embargan una serie de emociones que son muy difíciles de explicar. Muchas son esas emociones y, entre ellas, una que siempre estuvo presente en mi pensamiento y se hacía latente en mi corazón, era la imperiosa necesidad de que nuestro Stmo. Cristo de los Méndez, nuestro amadísimo Cristo del Madero fuese restaurado.
A lo largo de los años que han pasado desde que entré a formar parte de esta gran familia que es “Los Méndez”, veía cómo se iban realizando otros proyectos –que también eran muy necesarios−, pero de menos envergadura, como fueron los cetros nuevos, el estandarte, los faroles, etc.; sin embargo, no encontrábamos la manera de llevar a cabo la que, para mí y para todas las hermanas y hermanos cofrades, era la más necesaria y urgente actuación: la restauración total del Stmo. Cristo de los Méndez.
Tras comenzar a reunir fondos y estando ya decididos, despedimos a nuestro Cristo con un doble sentimiento, alegría por haberlo conseguido y miedo por la incertidumbre de cómo volvería a casa.
Durante los meses en que ha estado en Granada, he podido seguir muy de cerca y en primera persona el proceso de restauración, cuando visitaba el taller de quién lo ha llevado a cabo, el ilustre Dionisio Olgoso, licenciado en BB. AA., en la especialidad de Restauración Pictórica con una dilatada experiencia en restauración de obras de arte y muy especialmente de carácter religioso.
Una de las actuaciones que más me llamó poderosamente la atención fue poder ver las “catas” realizadas, que nos ponían de manifiesto su estado original, en contraposición con el que presentaba en la actualidad. El contraste era sorprendente. Siempre lo hemos visto con ese color apagado, lúgubre, tenue…, fruto de una intervención de urgencia, eficaz pero a la vez agresiva, a la que hubo de ser sometido debido a un serio problema de carcoma. Ahora lo podemos ver con su color original, aquel con el que nació en los talleres del granadino Martínez Olalla a comienzos de los Años Cuarenta. La muestra más evidente de todo esto que estamos diciendo, la tenemos en el paño de pureza, que ha recuperado su color original, emulando el color que tiene el del Cristo de la Misericordia, que es obra de la gubia del más insigne bastetano: José de Mora, y en el que Éste del Madero está inspirado.
A la cofradía, cada cual, hemos aportado todo lo mejor que podíamos dar de nosotros mismos. Es por ello, que durante el mandato de nuestro antiguo Hermano Mayor, nuestro querido Ángel Martínez Bocanegra, se aportó el capital humano que tan necesario e imprescindible es para una cofradía. No obstante, durante el mandato de nuestro actual Hermano Mayor, nuestro venerable Anselmo López Echeverría, se ha logrado aportar el capital material mayor: un paso nuevo, obra de la gubia de los célebres talleres bastetanos “Herederos de Esteban Jiménez” y la restauración del Cristo de la Leyenda en los talleres del granadino Dionisio Olgoso.
Y tan solo unas palabras más me quedan para expresar la emoción y felicidad de poderlo tenerlo ya en casa, y las ganas de admirarlo y enseñárselo a los bastetanos esta Semana Santa 2017 que está por llegar.
¡VIVA EL SANTÍSIMO CRISTO DE LOS MÉNDEZ!
MARÍA JOSÉ
CIFUENTES SÁNCHEZ
(Camarera de la Real Cofradía del Santísimo Cristo
de los Méndez)
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